domingo, 25 de julio de 2010

No sentir nada.

No sentir nada. Eso es lo que mas deseas cuando estas triste, en tus peores momentos, en una total caída al vacío.
Pero cuando no sentís nada, VES el vacío. Percibís la falta de algo, algo perdido que querés recuperar, algo que esperas volver a sentir.
Entonces te preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué no siento nada? ¿Será por que no admito lo que me pasa? Pero, ¿qué me pasa? Si la vida se vuelve cotidiana y no hay nada especial que la sorprenda, ¿entonces qué te queda por hacer?
¿Pensarlo? ¿Analizarlo? ¿Replantearlo?
¿Y si no hay origen, no hay razón? Ya pensaste, analizaste lo analizable y te replanteaste hasta tu misma existencia.
¿Y si sigue sin haber nada? ¿Cómo cambias el vacío? ¿Preferís regresar a la agonía?
Pero, ¿agonía de qué? Si eso que te pasaba ya lo aceptaste y por lo tanto no te entristece más eso que antes solía hacerlo.
Pero si no te entristece más, ¿por qué entonces no sos feliz?
Si lo opuesto a la tristeza es la felicidad, tendrías que al menos sentir eso. Pero no, vos no sentís nada. ¿Y qué más queda entonces? ¿Nada? ¿Esa nada es en lo que te convertiste?
En vez de vivir esto, ¿no preferís generarte cosas? Buenas o malas, no importa. Armarlas e incluirlas en tu vida. Porque si se dice que el ser humano se diferencia del resto de las especies por su capacidad de sentir, entonces ¿sos menos persona por no sentir?
No, yo no lo creo. Simplemente estas en un trance. Necesitas desbloquearte para encontrar eso que tanto te hace falta y así vas a poder seguir adelante.

CB - 28 mayo 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario