Esa noche no lo esperabas. Mientras terminas de cenar y preveés un inconveniente, te sentís incomoda comiendo sola. Sentís que algo raro pasa. La tranquila noche se interrumpe. Suena el teléfono, y preocupada te acercas para responder. Recordas que hoy era el día que lo operaban, ahora sí te das cuenta porque habías estado tan ansiosa todo el día y te habías fumado ese paquete entero de cigarrillos. Atendés de manera apresurada y reconoces la voz, era tu hermano dos años mayor que vos. Notas algo diferente, su voz estaba entre cortada.
El: - Algo salío mal, todavía no se sabe bien qué.
Vos: - Pero , pero..
El: - No, no .. Sigue vivo, todavía
Vos: - Todavía?!? Eso no suena para nada…
El: - Ya lo se, los médicos no nos pudieron decir nada mas acertado. Venite para acá.
Cortas el teléfono y algo tibio cae sobre tu brazo, y te das cuenta de que esa extraña sustancia a la vez corre por tu rostro. Te autoconvences de que no debe ser tan grave, expiras repetidas veces tratando en vano de calmar esos nervios que salen desprendidos en forma de lágrimas.
7 minutos más tarde, luego de que lograste salir del shock mental, recompusiste tus ánimos y conseguiste ponerte las zapatillas, corres en busca de un taxi que te lleve a ese lugar.
Finalmente llegas, le arrojas unos billetes al chofer, sin prestar mucha atención y salís sin esperar el vuelto, pensando que si hubieras tenido el coraje para bajar del auto en movimiento, no perderías tanto tiempo.
Hablas con tu hermano, encuentras la sala de espera donde no ves más que caras largas y preocupadas. Esos rostros tan familiares, ahora los observas angustiados y llenos de ojeras. Y miras algo que quisiste no haber visto nunca en la vida. Y menos en esa carita, el rostro de la persona que siempre te quiso, la mas tierna, aquella que te mimo, te cuido cuando nadie más lo hizo, quien mejor te conoce, que también es la que más lo conoce a él.
Te desmoronas cuando ves el dolor en esos bellos y gastados ojos. Buscas a tu hermano, te alejas de la zona intensa y mientras él te informa que sigue todo igual, percibís un movimiento de gente a tus espaldas. Ves al medico pidiendo disculpas y diciendo que hicieron todo lo posible, pero ya su cuerpo no da más, después de haber pasado tanto tiempo. El profesional también dijo que él le pidió especialmente que sólo pase ella; mientras el resto esperaba y no sabia que hacer, si decaer totalmente o no creerlo o si pegarle al medico o salir corriendo de ese pasillo del hospital para no volver nunca mas.
En un segundo se te calló el alma al piso, al subsuelo, al sótano, a un lugar horrible. Así es como sucede, de repente con las rodillas sobre el suelo frío de ese pasillo, con las mejillas húmedas y con el corazón destrozado.
Después de 14 minutos, sale ella de la habitación. No te animas a mirarla a la cara para no sufrir más, pero es algo inevitable. La ves venir derecho hacia vos, lentamente con cara de ángel lastimado, pero herido desde lo mas profundo de su ser. Se acerca mas, se sienta a tu lado, se hace “bolita” y tu instinto te dice que la abraces. Nunca en toda tu vida viste algo más triste, algo que te destrozo tan fuerte como esto que esta mujer te estaba haciendo.
Ella: - No se que voy a hacer sin el. Planeamos todo nuestro camino juntos desde el primer día que lo conocí, supe desde siempre que iba a ser la persona de mi vida; nunca dude ni un segundo de su palabra y nunca la quebranto. A excepción de esta mañana, cuando me dijo que todo iba a estar bien. Cuando me dio ese ultimo beso y me sonrió y me dijo: “morocha, no va a pasar nada”.
Sin saber que decirle la abrazas y le susurras: tranquila, abuela, tranquila.
CB - 10 enero 2010
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