Una vez ya en la cama, cierra los ojos; esos bellos ojos verdes, que con el correr del tiempo se fueron opacando. Escucha un suave sonido y lo reconoce al instante. Era su viejo reloj digital que tenia en la mesita de luz, que le recuerda que son las doce, que ya no es lunes y que empieza un nuevo día. Alejandro empieza a hacer cuentas, y agarra un almanaque para confirmar la fecha y sin dar crédito a sus ojos, corrobora la verdad. Corrobora que hace un mes exactamente su mujer lo había dejado allí en esa misma cama; un mes desde que agarro sus cosas, le dejo los papeles de divorcio y se fue con su maldito amante. Entre lágrimas y agonía, saca las viejas fotos de ellos juntos que tenia guardadas en una caja debajo de la cama, encuentra su video de casamiento y decide verlo, sin importarle cuanto dolor pudiera este causarle.
Para cuando termina de ver el video ya había perdido la noción del tiempo. Mira el reloj que marcaba las 03:42. Desesperado porque al día siguiente debía madrugar como todos los días, se arroja en su cama y espera a que el sueño llegue a él. Pero lamentablemente nunca llega. Se siente cansado y los ojos le arden, pero la cabeza simplemente no se detiene, es como si se negara a apagarse.

Dando vueltas en la cama sin poder dormir, decide recurrir a un viejo remedio casero. Se dirige a su cocina, calienta un vaso de leche en el microondas y luego de beberlo, regresa a su cómoda cama.
Como eso no funciona, va a darse una corta ducha con agua tibia, para probar si eso lo relajaba lo suficiente para dejarlo descansar. Pasan más minutos y Alejandro se empieza a desesperar, ya no sabe que más hacer para poder dormir. Además del vaso de leche y de la ducha, había contado ovejas, intentado leer aquel libro viejo y aburrido, había prendido y apagado la televisión varias veces, al igual que con su computadora. Ya nada lo cansaba, ya nada lo dejaba dormir. Acostado en la cama, mira su pacífico reloj en la mesita de luz y marca las 6:00.
Enojado, angustiado, triste y frustrado por todo lo sucedido, se dirige violentamente hacia su mesita de luz y con una fuerte ira saliendo desde lo más profundo de su ser, agarra el reloj con ambas manos. Aquel había sido el iniciador de todo, ese reloj fue el que marco las 00:00 y que lo hizo darse cuenta de la fecha. Alejandro tira el reloj al piso, lo hace trizas pisándolo y deformándolo, convencido que de esta manera él iba a poder descansar.
Ya devuelta en su cama, sentado con los ojos explotados de sentimientos, empieza a escuchar un ruido, un sonido extraño que conocía pero a su vez no lo reconocía. Era un sonido familiar, pero tampoco sabía de donde provenía. Él agudiza sus oídos e intenta recordar que era aquello. Hasta que lo identifica.
Ese sonido era el de su alarma del despertador. Pero eso era imposible, ya que hace sólo segundos Alejandro había destrozado su único reloj digital. Confundido mira en el suelo, los restos de su reloj. Era clarísimo que de allí no provenía ese habitual sonido. Desesperado se pone de pie y busca la fuente del sonido, por ningún lado aparecía y cada vez se iba haciendo más fuerte y más fuerte. Alejandro no soportaba más el ruido, sentía que sus orejas iban a estallar. El ruido lo rodeaba, estaba en todos lados. Cierra los ojos de dolor, grita y cae de rodillas al suelo.
Abre los ojos y descubre que todo este tiempo había estado siempre en su tranquila y cómoda cama. Apaga el despertador aun un poco aturdido por toda la situación y comienza su día al igual que todas las otras mañanas.
FIN
(malisima la redaccion, tengo qe modificarla, pero paja por hoy)





